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¿Por qué el consumo de carne puede matarnos a todos?

Si hablamos sobre el daño que el consumo de carne causa en los animales, los cuáles llevan una vida de sufrimiento y tortura para que lleves un pedazo bistec a tu boca, probablemente podrías pensar: “bueno, pero nos sirve para sobrevivir y obtrener nutrientes”. ¿Pero qué tal si te decimos que todos esos alimentos cárnicos que llevas cada semana a tu casa o se consumen en restaurantes a lo largo del mundo están causando la destrucción del hábitat natural de muchas especies, además del nuestro?
Gracias a varios estudios científicos realizados en varios centros de investigación alrededor del mundo, ya está comprobado el efecto nocivo que el consumo de carne tiene en el cambio climático.


Aproximadamente el 51% de los gases de efecto invernadero son causados por el ganado bovino, del cual se producen millones de kilos de carne y productos derivados al año, para el consumo humano.
Pero no solo eso, ahora sabemos que más del 30% de la superficie total de nuestro planeta está dedicada al ganado, y mucha de la producción agrícola mundial se dedica casi exclusivamente a la producción de semillas y granos para la producción de pienso para alimentar a estos animales, lo que ha llevado a la deforestación de grandes hectáreas en lugares como la selva del amazonas.


En esta zona en Sudamérica se producen grandes cantidades de soya, de la cual el 77% va destinada a convertirse en alimento para animales, y solo el 7% se destina al consumo humano.


Los efectos de esta sobreproducción ya se pueden notar en la desaparición de ecosistemas enteros, disminución de la biodiversidad y extinción de especies alrededor del mundo, y un deterioro cada vez mayor del medio ambiente en general, algo que está acelerando el cambio climático en el mundo.
¿Qué hacer entonces? Según datos generados por investigadores de la Universidad de Oxford, si la humanidad pasara a una alimentación vegetariana o vegana se podría reducir hasta en un 76% la superficie destinada a la producción agrícola, y disminuir la huella de carbono causado por los alimentos de cada persona.


Así que la próxima vez que veas esa hamburguesa frente a ti o estés cortando un pedazo de sirloin que recién llegó a tu mesa, piensa, ¿vale la pena seguir arriesgando al futuro de nuestros hijos solo por nuestra propia satisfacción?


Aún estamos a tiempo.

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